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Architectural Digest Magazine

El proyecto Plazuela de Alfaro, colaboración entre el Arquitecto Daniel Young, de la firma Young Torquemada Arquitectos y nuestra firma, ha sido publicado en la prestigiosa revista Architectural Digest. 

En este proyecto, hemos colaborado en el diseño de fachadas para el edificio INFILL que ha sido publicado. Más información en este link.

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Conversatorio “AFTER OFFICE”

El sábado 10 de abril de 2021, el arquitecto Rafael Watson tuvo el honor de participar en el conversatorio “After Office” organizado por la asociación de estudiantes de arquitectura de la Universidad Interamericana de Panamá.

En este espacio, estudiantes miembros de la asociación tuvieron la oportunidad de conversar también con el arquitecto Olmedo Gómez (Actual presidente del COARQ) y el afamado arquitecto Alfonso Pinzón. Por un espacio de tres horas, los arquitectos respondieron preguntas de los estudiantes acerca de su trabajo y experiencia laboral.

Este evento, de aire relajado, resultó ser una experiencia enriquecedora tanto para profesionales como estudiantes. Felicitamos a la asociación por esta iniciativa.

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ONEA 2021

El arquitecto Rafael Watson formará parte del jurado calificador que escogerá la propuesta ganadora del SUMMER CAMP 2021.

ONEA PANAMÁ, en conjunto con profesionales del ámbito de la arquitectura, lanza “SUMMER CAMP ONEA” en su primera versión, a realizarse en marzo de 2021.  Tendrá como objetivo instruir y difundir propuestas de rehabilitación urbana en cuatro puntos claves, ubicados en las provincias de Panamá, Chiriquí y Santiago. Las propuestas serán desarrolladas en un tiempo récord, por diversos equipos conformados por estudiantes de Arquitectura de Panamá.

El objetivo de SUMMER CAMP ONEA es promover la rehabilitación urbana, y crear conciencia.  Se premiará el desarrollo de un proyecto urbanístico integral, transformador y sostenible en el área de Chiriquí, Panamá y Santiago.

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Keep it Real.

En una ocasión conocí a Alberto Campo Baeza, me lo presentó el también arquitecto, y profesor Erik Wolfschoon (que, por cierto, siempre me saluda muy bien y es de los pocos a quienes rindo sincera admiración).

Fue corto el encuentro, pero se quedó grabado en mi mente para siempre.  Tal vez por lo inesperadas que fueron sus palabras; de todo lo que pudo decirme en un minuto, solo me miró y me dijo…  

(Creo que mejor lo dramatizamos.)

Coincidimos entrando en el salón de conferencias.

Saludé a Wolfschoon, “¿Cómo está profe?

Me mira con su expresión concentrada y dirige la mirada a su compañero:

Alberto, te presento al arquitecto Watson, joven talentoso”, y coloca su sonrisa invertida sin relajar la concentración de sus ojos.

En un acto inesperado, el arquitecto español detiene su marcha. Detengo la mía.

Me pone una mano en el hombro.

Me mira de frente, cara a cara. (Él, en cambio, tiene ojos hundidos y sonrisa horizontal;)

Muchacho,” *Palmada en el hombro*

Dime algo, ¿qué es más importante?, ¿ser buen arquitecto o ser buena gente?

Ser buena gente…”, respondí sin pensar.

Exactamente, es así, vas bien”. 

Me dió otra palmada en el hombro, se volteó y siguió su camino.  No lo volví a ver hasta que salió a impresionar a todo el Teatro Anayansi, del Centro de Convenciones Atlapa, donde se estaba celebrando el XI Congreso Nacional de Arquitectos de Panamá.

Ese fue mi lema de ahí en adelante: “Es más importante ser buena gente que buen arquitecto”.  Lo adoptaron quienes trabajaban conmigo, lo mencionamos en alguna entrevista, lo imprimimos en la pared de la oficina.  Se convirtió en nuestro emblema.

Y no está mal, aún creo que es verdad, en cierta manera.  Pero la vida me hizo ver que hay algo superior a eso; como diría Alejandro Aravena, algo más elemental.

¿Qué significa ser buena gente?, después de todo.  Pienso en cualidades como: amable, agradable, gracioso, colaborador, agradecido, educado, etc…

Sin embargo, no encuentro ninguna para la cual la honestidad sea requisito obligatorio.  Una persona muy amable no necesariamente lleva buenas intenciones.

Y con honestidad no me refiero al moralismo de perfeccionismo, rectitud y santidad, porque prefiero mil veces a alguien honestamente malo que a un “buena gente” hipócrita.  Hablo de la autenticidad de ser honesto con la persona más importante: uno mismo.  Ser fiel a uno mismo, a su corazón, a su realidad y a sus convicciones. Porque estoy convencido de que la felicidad solo nace en la libertad; y una imagen fabricada para los demás, o “máscaras” como se les llama, son ataduras incompatibles con la libertad.  No digo que la felicidad viene de ser esclavo de los deseos del corazón; pero sí vendría de escucharlo, comprenderlo, aceptarlo, y tomar decisiones honestas, libres y conscientes con la realidad propia.  Para esto, es requisito ser honesto con uno mismo.  Como el dicho de Abraham Lincoln: “La disciplina es saber escoger entre lo que quieres ahora y lo que quieres de verdad”.

No es equivalente al inverso, puedo imaginar una persona auténtica y triste.  Pero tengo serias dudas de que una persona falsa, que vive con máscaras, pueda ser realmente feliz.

Es válido para la arquitectura en sí misma, mi amigo Luis Carballeda me hablaba de cómo se había desilusionado al visitar algunos edificios famosos, incluso de Le Corbusier, pero la Torre Eiffel le sorprendió por su honestidad; y sí, es más impresionante en persona que en fotos.

Por eso mi lema ahora es: “Es más importante ser auténtico, que cualquier otra cosa”.  Porque para ser buen arquitecto (y buena gente), hay que ser real; honesto con uno mismo y con los demás. 

LO QUE VES, ES LO QUE ES.  Cómo diría Residente: “Vivir una vida real, como un ataque al corazón; real, como tener…” bueno, eso.

Porque si son reales las intenciones, honesto será el resultado.  

Sin autenticidad el cliente no puede expresar libremente su necesidad.

Sin honestidad no se puede entender y satisfacer esa necesidad.

Y no existe autenticidad sin honestidad.

Solo siendo auténtico se puede trabajar óptimamente con los demás, por largo tiempo.

Lograr el ideal de ser una persona auténtica abre la puerta a las otras personas igualmente transparentes, y la cierra a las falsas.  Porque la química aparece cuando las personas se relacionan sin la máscara, como quienes realmente son.

“Es más importante ser auténtico, que cualquier otra cosa”, dice Rafa Watson.

Porque siendo mentiroso, falso y desleal: falsas son las intenciones, falsas las sonrisas, falsas las promesas, falsos los diseños, falsos los premios, falsas las palabras, falso el equipo, falsos los sentimientos, falsa la arquitectura, falsa la gloria y falso todo.

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Work Smart.

Siempre he creído que las soluciones más sencillas son las más difíciles de lograr.  En parte por eso soy fan de ELEMENTAL, la firma del Arq. Alejandro Aravena, a quién escuché por primera vez en la Bienal de Quito, 2004.

No pocas veces se requiere de mucho trabajo para llegar a soluciones aparentemente tontas.  Lo llamo “tecnología pasiva”.  Hay muchos ejemplos en arquitectura, pero quiero hablar de uno distinto, esta vez producido por Nike.

Lanzaron las HyperAdapt 1.0 en el 2018, y luego la segunda versión, las Adapt BB.

Estas zapatillas electrónicas tienen mecanismos tecnológicos y pueden auto-ajustarse los cordones, a un precio que no muchos pueden (o quieren) pagar. 

Pero recientemente han presentado las Go FlyEase (foto), cumplen la misma función “hands free”, sin necesidad de baterías ni artefactos electrónicos.  Con los mismos materiales y al mismo precio que una zapatilla normal. 

Está bien la tecnología, pero más me impresiona la imaginación.  Me sorprende la creatividad necesaria para lograr el mismo resultado con una solución tonta a simple vista, pero increíblemente ingeniosa.  La belleza de lo simple.

Esto me hace todo el sentido del mundo.

Rafa Watson.

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Con Sentido.

El sentido común es la noción de saber actuar de manera acertada ante una situación de la vida cotidiana.

Ante un evento o una decisión importante, en necesario considerar todos los factores influyentes y los resultados posibles.  Saber captar estos factores y calcular resultados se llama intuición.  Se puede decir que la intuición alimenta al sentido común.

Pero hay algo más:  muchas decisiones correctas o riesgos bien tomados proceden del nivel de sensibilidad de la persona.  También, grandes fracasos proceden de las emociones.

La sensibilidad lleva a su portador a hablar un lenguaje que no todos tienen, a leer el alma de las cosas.  El trasfondo, el contexto, el verdadero significado.  No solo a escuchar palabras, sino entender lo que se quiere decir.  A hacer llorar con un libro, a hacer reír con una canción, a transmitir sentimientos con una pintura, o diseñar fragancias que recuerden un color.

En mi opinión, ambos talentos:  Sentido común y Sensibilidad, son esenciales para el diseño, por ende para la arquitectura.

Siempre está la necesidad inicial que lleva a una persona a buscar un arquitecto que le entienda.  Pero este puede intuir necesidades que el cliente también tiene y no sabe. 

Se requiere de mucha sensibilidad para diseñar un espacio que despierte placenteramente los sentidos de quien lo habita. 

Después de todo, los sentidos son nuestra conexión con la realidad material, y esta influye en nuestro humor.  Sensibilidad para concebir una idea, sentido común para ejecutarla. 

Para mí, esto es el diseño.

Rafa Watson.

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